martes, 4 de noviembre de 2008

Si tú me dices "¡Ven!"

Si tú me dices «¡ven!», lo dejo todo...

No volveré siquiera la mirada

para mirar a la mujer amada...

Pero dímelo fuerte, de tal modo


que tu voz, como toque de llamada,

vibre hasta el más íntimo recodo

del ser, levante el alma de su lodo

y hiera el corazón como una espada.


Si tú me dices «¡ven!», todo lo dejo.

Llegaré a tu santuario casi viejo,

y al fulgor de la luz crepuscular;

mas he de compensarte mi retardo,

difundiéndome ¡Oh Cristo! ¡como un nardo

de perfume sutil, ante tu altar!

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